Restaurante Jackson´s Oven, donde la familia, es primero.

Ubicado en una esquina de Santa Rosa, Sonoma, en California, uno alcanza a ver desde afuera ese brillo especial que emana de un lugar, que a primera vista, nos provoca la sensación de alegría contagiosa de los parroquianos que se encuentran dentro, y uno no quiere otra cosa más que entrar rápidamente para ser parte de esa fiesta compartida, el sito al que me refiero es el restaurante Jackson´s Oven.

Un chispeante y divertido ambiente nos recibe al cruzar la puerta, mesas altas para los que van solo por unos pequeños bocadillos y más al fondo, otras más bajas que flanquean la bella barra que remata en la mesa de trabajo de la masa que se prepara para las pizzas que entran a un horno de leña listo para recibir cuanto platillo llevará esas notas ahumadas que aporta el cocinar con esta técnica y el resto de la cocina al fondo donde uno puede sentirse parte del corazón de Jackson´s Oven.

El chef Josh Silver me espera y me lleva hasta la mesa que será testigo de nuestro encuentro y de las ricas viandas que fueron llegando para mi deleite. ¿Qué hace que un chef tan galardonado como Josh haya dejado un restaurante con tantos reconocimientos y prefiera un sitio mucho más sencillo como este? La respuesta es sencilla, Jackson, su hijo, e inspiración para el nombre del restaurante que actualmente ocupa la mente de este chef. “Quería verlo crecer, no perderme su primer sonrisa, sus primeros pasos, contarle cuentos por las noches antes de dormir, no quería perderme su vida y compartirla con él” me comenta Josh, mientras me sirve una copa de vino rosado de uva Grenache 2014 de la bodega Kokomo, por supuesto, de Sonoma.

Después de tener una carta menu para restaurantes compleja y sofisticada en su antiguo restaurante Syrah, que justo estaba a solo unas cuadras de donde esta Jackson´s Oven, el chef Josh quiso darle un giro más amigable y sencillo, con platillos capaces de satisfacer a todo tipo de público, incluyendo a los pequeños como su hijo Jackson. Pero bueno, con toda esa técnica francesa que aplico por años en su cocina, Josh es capáz de hacer que una común ensalada, lleve ese toque que la convierte en algo realmente delicioso.

Y ya que hablamos de ensaladas, les cuento de el primer tiempo que llego, Ensalada de tomates heirloom con burrata albahaca y vinagreta de tomate amarillo y vinagre de cabernet sauvignon. Si, leyeron bien, vinagreta de tomate amarillo, y ahora entienden a lo que me refiero cuando hablo que esta ensalada que podemos encontrar en muchas cartas de menu de restaurantes, aquí el sabor es único por los aderezos que el chef compone para cada plato.

Más vino rosado para acompañar el rollo hawaiano de langosta con aioli de limón y cebollitas de cambray, dentro de un pan brioche esponjosito y con la firmesa para soportar la humedad de la ensalada que compone el rollo. Cremoso, sabroso.

Yo amo los calamares, y cuando vi en las cartas para restaurantes los Calamares rostizados con frijoles blancos, arúgula, frisee, hinojo y vinagreta de limón, no dude ni un segundo en pedirlos. La perfección y hermosura que a la vista tiene este platillo no se compara con el sabor y contraste de sabores que se fusionan maravillosamente cuando uno los combina en la boca. Este es de esos platos por los que regresaría a Santa Rosa, solo para comerme uno de estos.

Es obvio que las pizzas son una de sus especialidades, con ese precioso horno humeante y radiante, imposible no pedir una de ellas. Pizza de prociutto, salsa de tomate, peras, mascarpone y arúgula. ¡La gloría! Los sabores dulces y salados y la pasta de la pizza perfectamente crocante, que llevaba ese saborcito que le da la cocción con leña, mmm, mmm. Para este plato Josh abrió una botella de Pinot Noir proveniente de la costa de Sonoma, de la bodega Hartford de un viñedo único. Este fue uno de esos momentos en la mesa que uno no quieren que se acabe nunca.

Siguió el postre, y como les digo, Josh quiere que las cosas sean divertidas y sabrosas en Jackson´s Oven, por eso sus Beignets vienen en un cono con papel, en forma alargada muy bien cubiertos de azúcar glass y tres tipos de salsas: chocolate, vainilla y frambuesa. El juego esta en que uno toma una de las beignets y las va metiendo en las salsas, intentando descifrar cual de todas es la mejor compañera, por supuesto, uno nunca termina por decidirse.

Durante el tiempo que estuvimos cenando, no hubo comensal que no saludara a Josh, de cerca o desde lejos, se le ve feliz, satisfecho, tranquilo, porque si, tener un restaurante con estrellas la presión y tiempo que requiere es mucho y uno termina por invertir la vida entera en ello y si, el costo es perderse de muchos momentos familiares, y hoy Josh, no cambia las sonrisas de Jackson y sus clientes, no los cambia por nada.