A los 12 años probó la primera bocanada. Desde ese momento lleva una caja en el bolsillo. Los días malos precisa cuando menos 2. Aun, pese a la tos persistente y de lo poco que le dura el sueldo, no ha podido desprenderse de ese tubo blanco de pocos centímetros que lo domina.
Su hijo no aguanta el fragancia que desprende. Juró que nunca fumaría. No obstante, ahora le obsequiaron un aparato con mucho swing, que lo hace formar parte del distinguido club de los que tienen cigarros electrónicos.
El padre escuchó en las noticias que, conforme la OMS (OMS), anualmente el tabaquismo mata a más de siete millones de personas, mas no piensa que un día le toque a él. El joven con quien vive solo sabe que los artistas de tendencia utilizan cigarros electrónicos. Los dos, a su forma, tienen una suerte de verdugo que los controla y del que no se pueden desprender.
Moda y modelos a imitar
Poquito a poco aparecen en nuestra cotidianeidad los cigarros electrónicos. Conforme Luis Alberto López Rodríguez, estudiante de quinto año de Ingeniería Automática, tiene amigos que lo utilizan.
«Creo que lo hacen para lucir o bien para, como se afirma en la calle “inflar”, puesto que ahora la gente joven está tras todo cuanto hagan los vocalistas de trap».
Anay Camila Echemendía Castro cursa el primer año de Comunicación Social y piensa igual.
«Se ha vuelto una moda, como las lentes con forma de gato o bien cualquier otra cosa. Hay personas que ni tan siquiera fuman y lo usan para pertenecer a un conjunto. Creo que los traen de otros países y los revenden aquí».
Por poner un ejemplo, Mario Reyes González se adquirió uno en Guyana:
«Me costó catorce dólares estadounidenses. En ocasiones poseen nicotina. Vienen con diferentes sabores, y en ciertos el humo les cambia de color, el mío es de fresa».
Ciertas personas los utilizan para parar de fumar. Ese es el caso de María Santana Cruz.
«Los he visto de todas y cada una de las formas, hay unos que no son electrónicos, sino se les cambia un pequeño recipiente que contiene la substancia de diferentes sabores».
Aún escasea el conocimiento sobre ellos. A Odaisy Becerra Molina, quien cursa el tercer año de Comunicación Social, le han dicho que no crean adicción y no le hacen daño al organismo, «por lo que creo que es una mejor opción».
Quizás por este motivo, Carlos Jesús García Pérez los usa, «y mis amigos asimismo. Me chifla el sabor, los hay de fresa, de menta, de tutti frutti. Debo decir que entre mis amistades es muy popular y te hace marcar la diferencia respecto al resto de los jóvenes. Empecé esta práctica pues muchos de mis artistas preferidos los emplean. Me chifla el fragancia del humo que desprenden y me relaja al mismo tiempo».
Con estudios sobre el consumo del tabaco, Reinier Martín González, maestro de Sicología y responsable del programa de prevención del hábito tabáquico en el contexto universitario, asegura que entre los estudiantes de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas hay 2 géneros de consumo: el social (la enorme mayoría conforme las encuestas aplicadas) y los jóvenes con un nivel de adicción, que representan del cinco al diez por ciento de la comunidad estudiantil.
El primero ocurre cuando la persona fuma por embullo, y lo hace solo para socializar. La adicción viene ligada a la necesidad pues ya se ha construido un hábito.
Conforme Reinier, en la Universidad se aprecia el gusto por el H. Upmann como la marca más económica. El consumo social está asociado a los cigarrillos Hollywood —sobre todo el que tiene el clic, el último que salió—, y lo hacen por «especular».
En el caso de los electrónicos aún no son mayoría. Al referirse a la adicción, explicó que los tradicionales tienen substancias tóxicas como la nicotina y el alquitrán, que producen un efecto dañino en el organismo y una adicción biológica. Mas estos modernos artefactos sí desarrollan mecanismos de adaptación, que es el componente sicológico del hábito.
Los orígenes
En los últimos tiempos ciertos fumadores optan por las nuevas tendencias relacionadas con la tecnología y prefieren reemplazar el tabaco por los cigarrillos electrónicos, conocidos asimismo como y también-cig, y también-cigarrillo, cigarrillo electronico argentina, y también-cigar o bien vaporizadores (vaping). Este nuevo género de cigarro fue introducido en el mercado por el farmacéutico chino Hon Lik, en el dos mil tres.
Su diseño normalmente imita un cigarrillo vapeador o bien una pipa. El aparato, impulsado por una batería, contiene un cartucho recambiable o bien recargable, mas asimismo existen cigarrillos electrónicos tirables. En contraste a los usuales, que queman tabaco para producir humo, estos vaporizan un líquido que ciertos llaman y también-líquido, el como se adquiere separadamente en frascos pequeños (llamados recargas), y ya existen en el mercado más de siete mil alteraciones de sabores.
El y también-líquido está compuesto por: propilenglicol (en general alrededor del setenta por ciento ) o bien glicerina vegetal (normalmente alrededor del veinte por ciento ), nicotina en diferentes dosis (entre 0 mg y cincuenta y cuatro mg/ml), sabores y aromas. Diferentes estudios muestran que la dosis de nicotina que «dicen tener» los cartuchos muy frecuentemente no coincide con la que «realmente» tienen.
«Vapear», ¿homónimo de salud?
La venta de los vaporizadores se ha transformado en un enorme negocio. Muchos justifican su empleo como una opción alternativa para parar de fumar y quitar el fragancia, mal aliento, las quemaduras y cenizas… que provocan los tabacos reales.
Cuando no poseen nicotina ni tabaco, pasan a llamarse vaporizadores. Vapear es el acto de aspirar vapor.
Los especialistas especulan que pudiese generar menos toxicidad que el cigarrillo usual, mas no existen estudios que lo prueben. No se conocen los efectos en un largo plazo del empleo del cigarrillo electrónico. A elevadas temperaturas el propilenglicol se descompone y puede causar óxido de propileno, probable carcinogenético. El glicerol genera acroleína, si bien en menor proporción que el pitillo tradicional. Asimismo se han hallado trazas de carcinógenos propios del tabaco tradicional, como nitrosaminas, metales, compuestos fenólicos y orgánicos volátiles. Los niveles de níquel detectados son mayores que los hallados en el tabaco tradicional.
Por otro lado, los cigarrillos electrónicos que incluyen nicotina aumentan la frecuencia cardiaca y los niveles de cotinina en sangre. Esto cambia dependiendo de la experiencia del fumador y la técnica de inhalación o bien vapeo.
Una investigación estadounidense publicado en Frontiers in Physiology sugiere que los y también-líquidos, en especial con sabores a vainilla o bien canela, podrían dañar los pulmones, aun cuando no poseen nada de nicotina.