«¿De qué manera no me informaste que este trago era de mina?», afirma un varón cuando recibe un trago en una copa coctel. Un hombre y una mujer solicitan un Negroni y un Cosmopolitan; la persona que se los entrega acepta que la bebida de color rosa es para ella. Las promociones de whisky por el Día del Padre, ¿las ofertas de vino blanco dulce para el Día de la Madre? La cordobesa Pipi Yalour es diplomada en educación y hace 8 años que es bartender; en su weblog Chicas Barra describe estos y otros estereotipos de género relacionados con el planeta de las bebidas. Ella es una de las trescientos profesionales de las bebidas que son parte del Mapa De Barmaids y Similares de Argentina, una plataforma que busca visibilizar y empoderar a las mujeres que trabajan tras la barra. Creada hace en torno a un año y medio, procuran armar un enorme mapa federal que reúna a las chicas del rubro, que incluye sumilleres, enólogas, baristas, tea blenders, cerveceras, destiladoras, dueñas de establecimientos y brand ambassadors.
Laura Marajofsky, creadora del Mapa, cronista y productora cultural, cuenta que -aparte de difusión y visibilización- procuran hilar redes y dar capacitaciones, orientadas a las problemáticas concretas que viven las mujeres gastronómicas. ¿Cuáles son? «Como la gastronomía no es una burbuja apartada de lo que pasa en la sociedad, hallamos desde pay gap -diferencia salarial de género- a genderización de las labores, mujeres a las que se les afirma ‘podés hacer esto’ o bien ‘no hagas aquello’ pues se desconfía de su capacidad basándonos en su género; complejidad para la llegada de las mujeres a cargos jerárquicos; micromachismos (comentarios sobre el aspecto o bien la indumentaria, así sea en tono en broma o bien formas más inadecuadas); violencia laboral; chicas que quedan embarazadas y son despedidas; abuso sexual, o bien avances incorrectos».
Para enfrentar estos temas, desarrollan una campaña de prevención contra la violencia sexista en bares de la Urbe de la ciudad de Buenos Aires que busca profundidzar, en una primera instancia, en las «buenas prácticas» de la administración del servicio barra para eventos con los clientes: «No dar por sentadas un montón de cuestiones que deben ver con el género (por servirnos de un ejemplo, no darle siempre y en todo momento la carta de vinos al hombre, o bien suponer que siempre y en toda circunstancia pagará la cuenta), no suponer que la mujer va a tomar de cierta forma, y cosas más sutiles que deben ver con el servicio; que el sitio esté acondicionado como corresponde (rampas de accesibilidad, lactarios…) a fin de que las mujeres sean más bienvenidas y se sientan más cómodas en los entornos nocturnos».
Además de esto, añade que procuran «preparar al personal para poder acudir y proteger a mujeres que se puedan sentir incómodas en una cita, o bien de qué forma manejar una situación en la que un individuo o bien un conjunto las esté acosando o bien molestando», explica Marajofsky, quien reconoce que meterse con las buenas prácticas «puertas para adentro» resulta más frágil, «por el hecho de que depende mucho de la cultura de la cocina y la barra que tiene ese sitio concreto y de qué permeables son los gerentes o bien dueños que manejan el sitio».
Sabrina Traverso es barmaid hace 9 años; trabaja en un bar -donde armó la barra, el menú y el equipo- y tiene un emprendimiento de asesorías y barras moviles de acontecimientos. «Hace poco me tocó atender a un cliente del servicio (meridianamente de una generación precedente) donde al solo aproximarme a preguntarle qué le agradaría tomar, me solicitó que un barman hombre le prepare su trago, por el hecho de que las mujeres no les preparaban bien sus cócteles. De una forma correctísima le expliqué que era la barmaid y que esa noche era la responsable de preparar los cócteles. Si estamos seguras de lo que hacemos y dónde estamos paradas, se puede llevar la situación de forma imponente».
Las experiencias cambian conforme el rubro y la zona, y con esta iniciativa procuran compartir aprendizajes: «Las realidades son diferentes conforme los lugares, y una cosa es Buenos Aires y otra, el interior. En la actualidad existen muchas chicas emprendedoras, mujeres que, aparte de trabajar en un bar, tienen sus proyectos y son completamente multifacéticas, con un ‘lado B’. Veo mucho emprendimiento de barra móvil y de coctelería y gastronomía regional que aún falta mucho por desarrollar», afirma Laura.
Natural de una familia gastronómica, Alfonsina Medina es barmaid y tiene un bar en la urbe de Tafí Viejo, «la urbe del limón», a 13 quilómetros de la capital tucumana. «En el momento en que me sumé al mapa éramos pocas chicas por norma general, todavía menos dentro del país, con lo que me sentí responsable de formar parte, pues fue una forma de decir ‘aquí estamos y nos unimos para mostrarlo'», comenta esta amante de la historia del gin y especialista en bitters. Destaca «la ocasión de visibilizar y empoderar el trabajo que hacemos las mujeres en torno al planeta de las bebidas, un planeta en el que siempre y en todo momento fueron mayoría los hombres».
Mientras que tienen en línea su «encuesta de género» para relevar este género de cuestiones a nivel nacional, el veintiuno y once de agosto van a hacer un encuentro gratis para formar al personal para poder manejar situaciones de violencia sexista (simbólica, sicológica o bien física) en los locales entre clientes del servicio, o bien de clientes del servicio cara el personal en la sala capilla del Centro Cultural Recoleta (Junín mil novecientos treinta), con apoyo de la Dirección General de la Mujer del GCBA.
«La nocturnidad, en donde la socialización está mediada por el alcohol, es un campo complejo -asevera Laura-. Procuramos contestar campañas que se incorporan en bares alrededor del planeta a fin de que desde la barra puedan auxiliar y asistir si alguien se presenta a solicitar ayuda. Es una forma de aportar lectura de género que falta tanto en el entorno».