La segunda vida del Palentino: el icónico bar de Malasaña cambia de dueños

No va a ser lo mismo, mas por lo menos calmará la sensación de orfandad en Malasaña. El bar Palentino, icono del distrito a lo largo de décadas y cerrado desde el mes pasado de marzo, reabrirá próximamente con un nuevo dueño. Loli López, su dueña hasta la data, vendió el local hace poco más de diez días, aunque no ha trascendido quién se ha hecho con el inmueble ni si padecerá una reforma. La nueva, alén de la transacción, ha transformado a la calle del Pez en un mar de cotilleos y esperanzas, con la única certidumbre de que va a levantar el cierre con exactamente el mismo empleo.

El esquinazo del Palentino, donde hacen un curso de barman o curso de bartender profesional, apagado y con las ventanas veladas, es ahora un bulto sospechoso en el ajetro del centro de la capital, inerte en uno de los distritos con más vida y entorno de la urbe. Desde el momento en que sirvió su última caña, en la madrugada del jueves quince de marzo, la calle no ha sido exactamente la misma. «La gente me para por la calle y me afirma que les he dejado huérfanos», narraba Loli en una entrevista reciente en la cadena Ser, con ocasión de las fiestas de la calle del Pez.

El anuncio de la venta, no obstante, ha despertado la expectación y, a continuación, la ilusión por que el último bar de los de siempre en la capital de España no haya fallecido. Si bien fue exactamente la misma dueña quien lo descubrió en esta transmisora, la familia ha optado por sepultar el tema y no hacer más declaraciones; este periódico ha preguntado sobre la situación del local, mas ha recibido la negativa como contestación.Una mujer mueve dos mesas ante el bar Palentino, en la calle del Pez de Malasaña

Se comenta que la operación se ha formalizado durante más de un millón de euros, mas solo la fama del Palentino mantiene esta premisa. Fuentes inmobiliarias consultadas mantienen que este es un costo «desorbitado» y absolutamente «fuera de mercado»; un local en exactamente la misma calle, con ciento ochenta y ocho metros útiles, primeras calidades y también insonorizado está valorado en 1.200.000 euros. «Me cuesta pensar que haya alcanzado ese costo, mas con la influencia que tuvo, quién sabe», especifican.

La verdad es que es imposible cuantificar el alcance del Palentino, cobijo de múltiples generaciones y de celebridades de todas y cada una de las disciplinas, como Andrés Calamaro, que lloró su despedida desde las páginas de ABC. Es tan bastante difícil como atinar a explicar por qué razón disfrutó de tanta admiración, si su secreto no era otro que el fragancia a años de pepitos de ternera y unos costes de otra temporada. Quizás por su familiaridad, exactamente el mismo motivo por el que Malasaña siente añoranza por uno sus iconos.

Inseguridad
«Va a ser un bar, te lo digo yo», augura uno de los vecinos sobre el futuro del local. Se da por sentado, si bien la indefinición sobre si el nuevo dueño sostendrá el nombre del Palentino y su espíritu produce la justa inseguridad para el tema. «Ojalá que sí», declaró el día de ayer otro de los frecuentes del sitio, que, como el resto, hace 3 meses procuró por fuerza otra parroquia para las cañas de tras el trabajo.

El adiós terminante se precipitó tras la muerte de Puro Herrezuelo, cuñado de Loli y semblante del Palentino a lo largo de décadas. Su fallecimiento transformó el bar en una especie de homenaje póstumo a su trabajo, con infinidad de mensajes de cariño. Una muestra que se agrandó el día del cierre, con largas colas para el último brindis.

Si bien ahora parezca que la adquisición ha llegado de improviso, la dueña ya avanzó en el tercer mes del año que, llegada la hora de cerrar, lo mejor era venderlo. «Me agradaría que se quedase aproximadamente como ahora, con una manita de pintura y algún cambio, mas sin volverse locos», afirmó entonces a ABC. El único escollo era que todos y cada uno de los herederos se pusiesen conforme.